lunes, 2 de febrero de 2009

Celebracion vocacional Mariana


María, modelo de consagración y seguimiento

Ambientación

Una imagen de María preside la celebración. Puede rodearse de velas, que nos representarán a cada uno de nosotros.

Puede acompañarse la meditación con cantos marianos.

Monición de entrada

Alabemos al Señor que ha enriquecido a su Iglesia con el don del sacerdocio, con las múltiples formas de vida consagrada y con otras innumerables gracias, para la edificación del pueblo y servicio de la humanidad.

Demos gracias al Señor, que continua dispensando su llamada, a la que numerosos jóvenes y otras personas responden con creciente generosidad.

Elevemos nuestra humilde y confiada oración por intercesión de María, Madre de la Iglesia, mujer pobre y humilde, mujer de entera disponibilidad a Dios, modelo para todos los que han consagrado su vida al servicio del pueblo de Dios.

Lectura evangélica (Lc 1, 26-38)

Reflexión

María es aquella que, desde su concepción inmaculada, refleja más perfectamente la belleza divina. <> es el título con el que la Iglesia la invoca. <>.

En efecto, María es el ejemplo sublime de perfecta consagración, por su pertenencia plena y entrega total a Dios. Elegida por el Señor, que quiso realizar en ella el misterio de la Encarnación, recuerdo a los consagrados la primacía de la iniciativa de Dios. Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento a la Palabra divina, que se hizo carne en ella, María aparece como modelo de acogida de la gracia por parte de la criatura humana.

Cercana a Cristo, con José, en la vida oculta de Nazaret, presente al lado del Hijo en los momentos cruciales de su vida pública, la Virgen es maestra de seguimiento incondicional y de servicio asiduo. En ella, <>, brilla de este modo todo el esplendor de la nueva criatura. La vida consagrada la contempla como modelo sublime de consagración al Padre, de unión con el Hijo y de docilidad al Espíritu, sabiendo bien que identificarse con <> de Cristo significa asumir también el tipo de vida de María.

La persona consagrada encuentra, además, en la Virgen una Madre por título muy especial. En efecto, si la nueva maternidad dada a María en el Calvario es un don a todos los cristianos, adquiere un valor específico para quien ha consagrado plenamente la propia vida a Cristo. <> (Jn 19, 27): las palabras de Jesús al discípulo <> (Jn 19, 26) asumen una profundidad particular en la vida de la persona consagrada. En efecto, está llamada con Juan a acoger consigo a María Santísima (cf. Jn 19, 27), amándola e imitándola con la radicalidad propia de su vocación y experimentando, a su vez, una especial ternura materna. La Virgen le comunica aquel amor que permite ofrecer cada día la vida por Cristo, cooperando con Él en la salvación del mundo. Por eso, la relación filial con María es el camino privilegiado para la fidelidad a la vocación recibida y una ayuda eficacísima para avanzar en ella y vivirla en plenitud. (VC 28)


• Por los pastores de la Iglesia, para que, formados en la escuela de María, Reina de los Apóstoles, sean fieles mensajeros de la Palabra de Dios y dispensadores incansables de su misericordia, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

• Por todos los cristianos, par que, encontrando en María la fuente de la alegría, vivan con autenticidad su propia vocación, dando testimonio de fidelidad radical al mandato del amor, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

• Por los jóvenes, para que, a ejemplo de María, busquen la verdad con corazón libre y puro, asumiendo sus dificultades y sacrificios inherentes a la fidelidad radical al Evangelio, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

Señor, Dios nuestro, en María encontraste a la mujer perfecta, seguidora de Jesús y fiel a sí misma: concédenos, como ella, poner todas nuestras cualidades al servicio de la expansión de tu Reino. Te lo pedimos a ti, que viven y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


Elevemos al Padre eterno, sustento de toda vocación, la oración que su hijo, Jesucristo, nos enseñó: Padre nuestro…



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